*Alejandro Talavante una oreja más y Morante se sublima con la capa
Aguascalientes,
Ags., (Tauro Media).- La quinta corrida de feria tuvo como atractivo la presentación de dos
matadores extranjeros y un mexicano, siendo la primera ocasión que sucede en
esta plaza. Con un clima caluroso y una gran entrada en los tendidos se
lidiaron astados de San Miguel de Mimiahuapam, ganadería triunfadora del año
pasado, que ahora no tuvo la misma suerte.
En
tanto los coletas dieron todo de sí y Diego Silveti fue quien alcanzó el
triunfo grande al cortar las dos orejas de su primero con una faena vibrante,
Alejandro Talavante sumó otra oreja en el serial y Morante con lo menos potable
obsequió exquisitas verónicas con el quinto del festejo.
Como
primer espada el de la Puebla del Río, Sevilla, tuvo en primera instancia a un
burel que no ofrecía nada y al que tampoco logró hacer nada, a pesar del
intento limitado del matador que tomó la espada y mató al segundo intento,
escuchando pitos desde el tendido. Con su segundo ejemplar lanceo con cadencia
y jugó los brazos con tersura para obsequiar a los asistentes el arte de
duendes que posee, con la muleta solamente hubo detalles y muletazos aislados,
pero con calidad, la espada no estuvo de su parte y fue hasta la quinta
oportunidad que dejó medio estoque, suficiente para hacer doblar al cornúpeta,
saludó en el tercio.
Alejandro
Talavante partió plaza por segundo día consecutivo en la Monumental como
segundo espada, en su primer toro estuvo en intensa búsqueda de realizar algo
más de lo que ofrecía el animal, tenía clase pero poca movilidad y trasmisión,
sacó muletazos que atraparon la atención y logró hilvanar una faena interesante
con derechazos y naturales, mezclando su repertorio variado de detalles, tres
veces ejecutó la suerte suprema y saludo en el tercio.
En el quinto del festejo
inició con chicuelinas, luego vino un quite por saltilleras combinadas con
gaoneras, tras el brindis público inició la conexión con la variedad en el
trasteo y las buenas hechuras de sus muletazos, largos y con agrado propio que
conectó a los presentes, mató al primer viaje con entera y el juez de plaza le
concedió un apéndice.
Diego
Silveti por su parte sabía que estaba en el ruedo con algo más que dos
alternantes, tenía la responsabilidad de ser el único espada nacional, de ahí
que en su primero se fue a los medios para recibir de rodillas con afarolada
que provocó que la gente mantuviera el resto de la lidia su mirada fija en el
ruedo, lanceó bien a la verónica, llevó al toro por tapatías al caballo, luego
vino un quite por gaoneras y en banderillas el subalterno Christian Sánchez se
desmonteró tras su labor. La faena de Silveti tuvo entrega, poderío y clase,
toreó largo por ambos lados y con el sentimiento que en los genes tiene, fue
prendido de la rodilla al adelantar un muletazo, que por fortuna y a pesar de lo
aparatoso de la voltereta no pasó a mayores, volvió a la cara del toro y siguió
con la sinfonía, más derechazos largos y naturales sentidos, amén de varios
desdenes con reminiscencia paterna, mató al primer intento con estocada
defectuosa, pero la evidente y sonora petición obligaron a usía a otorgar las
dos orejas.
En el
último de la tarde tuvo un astado poco potable, pero él deseaba más, así que
puso todo de sí para arrancar algunos muletazos y regalar esos destellos de
buen torear que lleva consigo, con la espada se puso pesado y tras cuatro
pinchazos descabelló tumbando al toro al primer intento, escuchando palmas. En
su salida fue fuertemente ovacionado mientras era paseado en hombros por el
redondel que abandonó por la puerta grande.
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